Vicente Puchol
Vicente Puchol

Confesiones de un Hijo de Nuestro Tiempo

 

SINOPSIS DE "CONFESIONES DE UN HIJO DE NUESTRO TIEMPO"

 

Martín Guerra perdió a su padre a los tres años de edad, y su madre, desafecta, confió a su hijo a una antigua sirvienta, trasladándose ella a un apartamento. No tenía vocación de maternidad sino de hacer negocios. Martín decía que su madre y él se habían divorciado. En soledad y la frialdad de la casa paterna, Martín, que además era de baja estatura, creció enclenque y encogido, y solo faltaba que su nariz terminara en punta, para que sus condiscípulos en el colegio lo llamaran el pajarito.

 

Martín Guerra, que tenía talento y mucha fuerza de voluntad, apostó su vida a ingresar en el cuerpo más elitista del estado: el  de árbitros del estado. Durante la preparación de su carrera de derecho estudió, de forma autodidacta, la de filosofía y letras y, terminada la licenciatura, emprendió los estudios para ingresar en ese cuerpo, estudiando doce horas diarias, durante años. Quería, de esta manera, resarcirse de su menguado cuerpo depajarito y, a la vez, demostrar a su madre que nunca deseó tener un hijo, y así se lo manifestó a él, que no era un “humúnculo,” como le llamó su abuelo al nacer, y se lo repitió para divertirse, sino un árbitro del estado, la carrera más ambiciosa para los licenciados en derecho.

 

Durante su larga preparación, estuvo desgarrado por el amor de dos mujeres: Elena y Soledad, e ingresado en el cuerpo hubo de enfrentarse con la corrupción de las altas finanzas y conocer, a fondo, al homo novus, una especie intermedia entre el hombre y la máquina, que gobernaba un capitalismo feroz informáticamente. Desengañado del mundo, que él legalizaba por profesión, solicitó la excedencia temporal, y se fue a una casa junto al mar, a pensar, escribir, y leer. Fue una huida en humo.

 

De lo que escribió y de mis conversaciones con él, he compuesto esta verídica historia.